jueves, 27 de mayo de 2010
cosas sobre los países mundialistas
Buenas, buenas, como todos (¿habrá alguien en Argentina que no?) o casi todos saben, desde de junio de este año se juega una nueva copa mundial de fútbol. Es la primera vez que un torneo de este tipo con selecciones mayores se juega en el continente africano, y Sudáfrica será el país anfitrión.
Sudáfrica es un país particular por varias razones, fue ocupado por ingleses y holandeses quienes esclavizaron a su población. Instauraron un régimen político llamado “apartheid”, que implicaba la segregación absoluta de los habitantes negros. Esto implicaba que una minoría blanca (boers) del 5% mandara sobre el 95% restante. Los negros no podían tener cargos electivos, no podían ir a las mismas escuelas, hospitales, vivían en barrios alambrados, etc. Por ejemplo si un blanco subía a un transporte público y no había asientos, se lo debían dar.
Ante estas y tantas otras formas de opresión, y en medio de los procesos políticos iniciados en África por la descolonización del continente después de la segunda guerra mundial, en la década del ’60 surge un grupo político armado que se llama Congreso Nacional Africano (CNA). Uno de sus líderes es un hombre llamado Nelson Mandela, quien cae preso unos años después y se transforma en el símbolo de la resistencia de los negros a la opresión blanca, y también en la cara visible para las campañas internacionales que piden la libertad de los detenidos del CNA.
A comienzos de la década del ’80 la mayoría de los países rompen relaciones con Sudáfrica como forma de presión para que termine el apartheid. Uno de los pocos gobiernos que no rompe con ellos es la dictadura argentina.
Después de casi treinta años preso, Mandela es puesto en libertad y se trata de que sea el que controle la violencia creciente y la transición hacia un régimen político libre.
En las primeras elecciones, Nelson Mandela es electo presidente por una abrumadora mayoría de votos y Sudáfrica comienza un largo y complejo proceso de transición hacia una sociedad un poco más igualitaria. Mandela aparece hoy como un gran padre que intenta atenuar las tensiones que no han cesado.
Como una forma de mostrarse al mundo como un país diferente, Sudáfrica con sus tres capitales y sus muchas lenguas y etnias, recibe a las selecciones de fútbol durante el mes de junio.
Nosotros en séptimo grado buscamos información de todos los países que participan en el mundial. Pero también buscamos un cuento de cada país y queremos compartirlos con los que lean esto. Esperamos que les gusten.
Una cosa, de Ghana no pudimos encontrar, así que si alguien tiene, nos lo puede poner en el blog (sección comentarios y lo colgamos). Gracias.
Iremos colocando los cuentos según los grupos en los que juegan los países, en esta primera entrega los grupos A y B.
PD: Para los adultos que lean esto, hay un escritor sudafricano que se llama J. M. Coetzee que es impresionante y en muchas de sus novelas cuenta los cambios, crisis y miserias que va sufriendo Sudáfrica en esos años de caída del apartheid.
GRUPO A: SUDÁFRICA-MÉXICO-URUGUAY-FRANCIA
SUDÁFRICA: Al mono no siempre le sale todo bien – Anónimo (cuento malayo)
--En Sudáfrica se cuentan muchos de los cuentos malayos, ya que allí habían sido llevados grandes cantidades de malayos como esclavos hace varios siglos.--
Había una vez un mono que trepando a un árbol en la selva se clavó una astilla en la cola. Por más que lo intentase, no podía sacársela, entonces fue a ver al barbero en el pueblo y le dijo:
-Amigo Barbero, tengo una astilla en la punta de mi cola. Si puedes sacarla, te pagaré muy bien.
El barbero al querer quitarle la astilla con su navaja cortó, sin querer, la punta de la cola del Mono. Éste, enojado, le gritó.
-¡Barbero! Devuélveme mi cola o me tendrás que dar tu navaja.
No había forma de poner la cola cortada de vuelta en su lugar, así que el barbero tuvo que entregar su navaja al mono.
Camino a casa, el Mono se encontró con una vieja que cortaba ramas y le dijo:
-Vieja, eso parece un trabajo muy arduo. Si usas esta navaja podrás cortarlas con facilidad.
La vieja enseguida comenzó a utilizarla para cortar las ramas, pero la navaja se rompió.
Fue entonces que el Mono gritó:
-¡Vieja me has roto mi navaja! Deberás conseguirme una nueva, o sino me llevaré toda la leña.
La vieja no podía conseguirle otra navaja al mono, así tuvo que darle toda la leña que había juntado.
El Mono se llevó la leña y estaba yendo al pueblo a venderla cuando encontró en el camino a una mujer sentada, cocinando unas galletas.
-Mujer, tu leña está casi consumida, quédate con estos leños para poder cocinar más galletas.
La mujer tomó los leños y le agradeció, pero cuando la última rama se hubo quemado, el Mono gritó:
-¡Mujer, quemaste toda mi leña! ahora debes entregarme todas tus galletas en pago.
La mujer no podía devolver todos esos leños y no tuvo más remedio que darle las galletas recién horneadas.
El Mono tomó las galletas y partió hacia el pueblo, pero en el camino se encontró con un perro que lo atacó y lo mordió tan fuerte que lo mató. El perro no se comió al mono, pero se comió todas las galletas.
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MÉXICO: Los miedos de María - María Guadalupe Cárdenas Madero
La mamá de María le dijo que faltaba poco para ir a la escuela, ya tenía edad para salir del jardín de infantes y aprender muchas otras cosas, entre ellas leer, escribir, hacer cuentas.
María pensó que dejaría a sus compañeros de grupo, sus maestras, le daba miedo ir a un lugar que no conocía, además no le interesaba aprender otras cosas, a ella lo que más le gustaba era dibujar, todo lo que quería decir lo hacía por medio de un dibujo, cuando la mamá cumplía años, pintaba una flor con muchos colores y algunas veces el papá recibía un corazón grande y de color rojo.
Como lo hacía todas las veces que quería expresar algo, tomó sus lápices y empezó a dibujar aquello que sentía: "el miedo", hizo muchos trazos, con diferentes colores, uniendo el rojo con el negro, el naranja con el verde, el azul marino y el amarillo, mucho café por todos lados.
Al ver el dibujo parecía una selva, una cueva poco iluminada, daba la idea de alguien que estaba perdido en ese mundo de líneas y símbolos, María lo guardó sin mostrarlo a nadie y no volvió a pensar en el miedo de cambiar de escuela.
Muy pronto llegó el inicio de clases y María ingresó a la escuela primaria, el primer día recordó aquel miedo que sintió cuando la mamá le mencionó el cambio. Al entrar a su salón la maestra los recibió con un abrazo y les mostró todos los dibujos que estaban en las paredes, los había de diferentes animales, flores, paisajes, María sintió que esos dibujos eran un mensaje para ella, le decían que tuviera confianza, que olvidara el miedo.
La maestra les entregó muchos lápices de colores y una hoja en blanco para que hicieran un dibujo, del tema que más les gustara, María prefirió los colores que le permitieron dibujar el arco iris en un campo lleno de flores, árboles, un riachuelo y unos niños jugando acompañados de una maestra.
Los miedos de estar en la escuela se habían quedado en el cajón donde guardó aquel dibujo de los colores fuertes, cada día disfrutaba de sus nuevos amigos y de todo lo que aprendía.
En una ocasión que acompañaba a su mamá mientras veía las noticias de la televisión, observó que mencionaban la palabra "guerra", las personas que hablaban mencionaban el peligro de muchos niños que vivían en los lugares donde se presentaban los problemas, en la pantalla aparecieron niños con heridas en su cara y que lloraban, tenían miedo, se veían solos, tristes, María se sintió igual que aquellos niños aunque estaba a mucha distancia y no los conocía.
Durante muchos días María estuvo pensando en esas imágenes de la televisión, en aquellos niños, el miedo de que ella y sus compañeros estuvieran en la misma situación, recordó la manera en que acostumbraba enviar mensajes, dibujando, ahora no dibujaría por miedo, tenía que decirles a esos pequeños que otros niños pensaban en ellos y les deseaban que mejoraran, que hicieran a un lado el miedo y que sonrieran.
Le dijo a su mamá que le comprara muchas hojas blancas y se puso a dibujar, flores, estrellas, animales, árboles, playas. Platicó a la maestra su idea y entre todos los compañeros hicieron más dibujos, corazones, caritas sonrientes, las líneas de los dibujos de María y sus amigos mostraban amor, el sentimiento que combate el miedo. Cuando enviaron los mensajes a los niños que no conocían, se sintieron valientes, hermanos de aquellos que recibieron los regalos y el cariño dibujado en muchos colores.
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URUGUAY: A imagen y semejanza – Mario Benedetti
Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.
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FRANCIA: Las hadas – Charles Perrault
Érase una viuda que tenía dos hijas; la mayor se le parecía tanto en el carácter y en el físico, que quien veía a la hija, le parecía ver a la madre. Ambas eran tan desagradables y orgullosas que no se podía vivir con ellas. La menor, verdadero retrato de su padre por su dulzura y suavidad, era además de una extrema belleza. Como por naturaleza amamos a quien se nos parece, esta madre tenía locura por su hija mayor y a la vez sentía una aversión atroz por la menor. La hacía comer en la cocina y trabajar sin cesar.
Entre otras cosas, esta pobre niña tenía que ir dos veces al día a buscar agua a una media legua de la casa, y volver con una enorme jarra llena.
Un día que estaba en la fuente, se le acercó una pobre mujer rogándole que le diese de beber.
-Como no, mi buena señora -dijo la hermosa niña.
Y enjuagando de inmediato su jarra, sacó agua del mejor lugar de la fuente y se la ofreció, sosteniendo siempre la jarra para que bebiera más cómodamente. La buena mujer, después de beber, le dijo:
-Eres tan bella, tan buena y tan amable, que no puedo dejar de hacerte un don -pues era un hada que había tomado la forma de una pobre aldeana para ver hasta dónde llegaría la gentileza de la joven-. Te concedo el don -prosiguió el hada- de que por cada palabra que pronuncies saldrá de tu boca una flor o una piedra preciosa.
Cuando la hermosa joven llegó a casa, su madre la reprendió por regresar tan tarde de la fuente.
-Perdón, madre mía -dijo la pobre muchacha- por haberme demorado-; y al decir estas palabras, le salieron de la boca dos rosas, dos perlas y dos grandes diamantes.
-¡Qué estoy viendo! -dijo su madre, llena de asombro-; ¡parece que de la boca te salen perlas y diamantes! ¿Cómo es eso, hija mía?
Era la primera vez que le decía hija.
La pobre niña le contó ingenuamente todo lo que le había pasado, no sin botar una infinidad de diamantes.
-Verdaderamente -dijo la madre- tengo que mandar a mi hija; mira, Fanchon, mira lo que sale de la boca de tu hermana cuando habla; ¿no te gustaría tener un don semejante? Bastará con que vayas a buscar agua a la fuente, y cuando una pobre mujer te pida de beber, ofrecerle muy gentilmente.
-¡No, faltaba más! -respondió groseramente la joven- ¡ir a la fuente!
-Deseo que vayas -repuso la madre- ¡y de inmediato!
Ella fue, pero siempre refunfuñando. Tomó el más hermoso jarro de plata de la casa. No hizo más que llegar a la fuente y vio salir del bosque a una dama magníficamente ataviada que vino a pedirle de beber: era la misma hada que se había aparecido a su hermana, pero que se presentaba bajo el aspecto y con las ropas de una princesa, para ver hasta dónde llegaba la maldad de esta niña.
-¿Habré venido acaso -le dijo esta grosera mal criada- para darte de beber? ¡Justamente he traído un jarro de plata nada más que para dar de beber a su señoría! De acuerdo, bebe directamente, si quieres.
-No eres nada amable -repuso el hada, sin irritarse-; ¡está bien! ya que eres tan poco atenta, te otorgo el don de que a cada palabra que pronuncies, te salga de la boca una serpiente o un sapo.
La madre no hizo más que divisarla y le gritó:
-¡Y bien, hija mía?
-¡Y bien, madre mía! -respondió la malvada, echando dos víboras y dos sapos.
-¡Cielos! -exclamó la madre- ¿qué estoy viendo? ¡Tu hermana tiene la culpa, me las pagará! -y corrió a pegarle.
La pobre niña arrancó y fue a refugiarse en el bosque cercano. El hijo del rey, que regresaba de la caza, la encontró y viéndola tan hermosa le preguntó qué hacía allí sola y por qué lloraba.
-¡Ay!, señor, es mi madre que me ha echado de la casa.
El hijo del rey, que vio salir de su boca cinco o seis perlas y otros tantos diamantes, le rogó que le dijera de dónde le venía aquello. Ella le contó toda su aventura.
El hijo del rey se enamoró de ella, y considerando que semejante don valía más que todo lo que se pudiera ofrecer al otro en matrimonio, la llevó con él al palacio de su padre, donde se casaron.
En cuanto a la hermana, se fue haciendo tan odiable, que su propia madre la echó de la casa; y la infeliz, después de haber ido de una parte a otra sin que nadie quisiera recibirla, se fue a morir al fondo del bosque.
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GRUPO B: COREA DEL SUR-GRECIA-ARGENTINA-NIGERIA
COREA DEL SUR: El granjero y el tokaebi – Cuento tradicional coreano
--Los monstruos tokaebi son originarios de Corea. Son grandes y feos y siempre están incordiando a las personas.--
Hace mucho tiempo en Corea, vivía un granjero con su esposa. Una noche, mientras comían arroz y kimchee en su humilde cocina oyeron unos gritos y notaron cómo la tierra temblaba.
Con mucho miedo, abrieron la puerta y vieron unos monstruos tokaebi. Estaban bailando, gritando y peleándose delante de su casa. El granjero se armó de valor y dijo:
-"Salid de aquí, ésta es nuestra casa"
-"Ja, ja, ja"- se rió el tokaebi más grande- ¡Ésta ya no es tu casa, es nuestra casa!".
El granjero volvió a decirles que se fueran porque ésa era su tierra, pero los monstruos tokaebi se rieron de él; pero finalmente, el jefe de los monstruos Tokaebi se le ocurrió una idea.
-Veamos, granjero, tú dices que esta tierra es tuya y yo digo que es nuestra. Te propongo hacer un concurso. Quien gane, se queda la casa y quien pierda, se va.
Aunque al granjero le pareció muy injusto porque la casa era suya, no le quedó más remedio que aceptar la proposición del tokaebi pero con la condición de que cada uno de ellos creara una prueba del concurso.
El tokaebi más grande, se lo pensó un momento y acariciando sus cuernos dijo:
-"¿Cuántos boles se necesitarían para vaciar el mar?"
El granjero se miró al Tokaebi y después de pensar un rato dijo:
-"Depende del tamaño del bol. Si tienes un bol enorme y del tamaño del mar, sólo necesitarías un bol. Si tienes un bol de la mitad del tamaño del mar, necesitarías dos."
El tokaebi se enfadó porque el granjero había respondido sabiamente. Y esperó la pregunta del granjero.
El granjero se puso en el umbral de su puerta con un pie dentro y un pie fuera. Entonces preguntó al tokaebi:
-"¿Estoy entrando o estoy saliendo?"
El tokaebi le miró furioso porque cualquier respuesta sería incorrecta. Así que él y el resto de tokaebis se fueron a regañadientes. ¡El granjero les había ganado!
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GRECIA: Perseo – versión del mito
Perseo era hijo de una mujer mortal, Dánae, y del gran dios Zeus, el rey de cielo. El padre de Dánae, el rey Acrisio, había sabido por un oráculo que algún día su nieto lo mataría y, aterrorizado, apresó a su hija y expulsó a todos sus pretendientes. Pero Zeus era un dios y quería a su hija Dánae. Entró en la prisión disfrazado de aguacero de lluvia de oro, y el resultado de su unión fue Perseo. Al descubrir Acrisio que, a pesar de sus precauciones, tenía un nieto, metió a Dánae y a su hijo en un arcón de madera y lo arrojó al mar, esperando que se ahogaran.
Pero Zeus envió vientos suaves para que empujaran a madre e hijo a través del mar hasta la orilla. El arcón llegó a tierra en una isla donde lo encontró un pescador. El rey que gobernaba en la isla recibió a Dánae y a Perseo y les ofreció refugio. Perseo creció allí fuerte y valiente, y cuando su madre se sintió incómoda por las insinuaciones que no deseaba del rey, el joven aceptó el desafío que lanzó este molesto pretendiente para dejarla tranquila. El desafío consistía en traerle la cabeza de la Medusa Gorgona.
Perseo no aceptó esta peligrosa misión porque deseara adquirir gloria personal, sino porque amaba a su madre y estaba dispuesto a arries¬gar su vida para protegerla.
La Medusa Gorgona era tan horrorosa que sólo con mirarle a la cara con¬vertía en piedra al observador. Perseo necesitaba la ayuda de los dioses para ven¬cerla; y Zeus, su padre, se aseguró de que le ofrecieran esa asistencia. Hades, el rey del inframundo, le prestó un casco que hacía invisible al portador; Hermes, el Mensajero divino, lo proveyó de sandalias aladas, y Atenea le dio la espada y un escudo especial pulido con tanto brillo que servía como espejo. Con este escu¬do, Perseo pudo ver el reflejo de Medusa, y de ese modo le cortó la cabeza sin mirar directamente a su horrible rostro.
Con esta cabeza monstruosa, convenientemente oculta en una bolsa, volvió para casa. Durante el viaje vio a una doncella hermosa encadenada a una roca que había en la playa, esperando la muerte a manos de un terrible mons¬truo marino. Supo que se llamaba Andrómeda y que la estaban sacrificando al monstruo porque su madre había ofendido a los dioses. Conmovido por su situación y por su hermosura, Perseo se enamoró de ella y la liberó, convirtiendo al monstruo en piedra con la cabeza de la Medusa Gorgona. Después, regresó con Andrómeda para presentársela a su madre que, en su ausencia, se había sentido muy atormentada por las insinuaciones del malvado rey, hasta el punto que, desesperada, tuvo que buscar refugio en el templo de Atenea.
Una vez más, Perseo sostuvo en el aire la cabeza de la Medusa, convirtiendo en piedras a todos los enemigos de su madre. Después le entregó la cabeza a Atenea, que la montó en su escudo, con lo que en adelante se con¬virtió en su emblema. También devolvieron los otros dones a los dioses que se los habían dado.
Andrómeda y él vivieron en paz y armonía desde entonces y tuvieron muchos hijos. Su único pesar fue que, cierto día, mientras tomaban parte en unos juegos atléticos, lanzó un disco que llegó demasiado lejos impul¬sado por una ráfaga de viento, y accidentalmente golpeó y mató a un anciano. Este hombre era Acrisio, el abuelo de Perseo. Al final, de esta forma se cumplió el oráculo que el difunto anciano tanto se había esforzado por evitar. Pero en Perseo no había ningún espíritu de rencor ni de venganza y, debido a esta muerte accidental, no quiso seguir gobernando su legítimo reino. En con¬secuencia, intercambió los reinos con su vecino, el rey Argos, y construyó para sí una ciudad poderosa, Micenas, en la que vivió largo tiempo con su familia en amor y honor.
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ARGENTINA: Discurso del oso – Julio Cortázar
Soy el oso de los caños de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños.
Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta más que pasar de piso en piso resbalando por los caños. A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal. De noche ando callado y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano. Y en verano nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano, después con la otra, después con las dos juntas, y eso me produce una grandísima alegría.
Entonces resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero. Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso; por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar por los caños, y les tengo algo de lástima al verlos tan torpes y grandes, al oír cómo roncan y sueñan en voz alta, y están tan solos. Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy, vagamente seguro de haber hecho bien.
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NIGERIA: Por qué las moscas molestan a las vacas - Cuento popular
Cuando Adiaha Umo era Reina de Calabar, siendo muy rica y hospitalaria, solía dar grandes banquetes a todos los animales domésticos, pero nunca invitaba a los animales salvajes porque les tenía miedo.
En una de las fiestas que daba, había tres grandes mesas, y dijo a la vaca que, puesto que era el animal más grande de los presentes, se sentara al principio de las mesas y distribuyera la comida a los demás. La vaca dijo que así lo haría, y comenzó a distribuir el primer plato, pero se olvidó de la mosca por ser tan pequeña-
Cuando la mosca vio esto, pidió a la vaca que le diera su parte, pero la vaca dijo: “Estate tranquila, amiga, debes tener paciencia”.
Cuando llegó el segundo plato, la mosca otra vez pidió su parte a la vaca, pero la vaca señaló a su propio ojo, y le dijo a la mosca que recibiría su comida más tarde.
Finalmente, todos los platos se acabaron, y la mosca, sin haber recibido comida, se fue a la cama sin cenar.
Al día siguiente la mosca se quejó a la Reina, la cual decidió que, puesto que la vaca no había dado a la mosca su parte, sino que había señalado a su ojo, en el futuro la mosca siempre obtendría su comida de los ojos de la vaca, y incluso ahora, a donde quiera que van las vacas, siempre hay moscas alimentándose en sus ojos, de acuerdo con las órdenes de la Reina.
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Sudáfrica es un país particular por varias razones, fue ocupado por ingleses y holandeses quienes esclavizaron a su población. Instauraron un régimen político llamado “apartheid”, que implicaba la segregación absoluta de los habitantes negros. Esto implicaba que una minoría blanca (boers) del 5% mandara sobre el 95% restante. Los negros no podían tener cargos electivos, no podían ir a las mismas escuelas, hospitales, vivían en barrios alambrados, etc. Por ejemplo si un blanco subía a un transporte público y no había asientos, se lo debían dar.
Ante estas y tantas otras formas de opresión, y en medio de los procesos políticos iniciados en África por la descolonización del continente después de la segunda guerra mundial, en la década del ’60 surge un grupo político armado que se llama Congreso Nacional Africano (CNA). Uno de sus líderes es un hombre llamado Nelson Mandela, quien cae preso unos años después y se transforma en el símbolo de la resistencia de los negros a la opresión blanca, y también en la cara visible para las campañas internacionales que piden la libertad de los detenidos del CNA.
A comienzos de la década del ’80 la mayoría de los países rompen relaciones con Sudáfrica como forma de presión para que termine el apartheid. Uno de los pocos gobiernos que no rompe con ellos es la dictadura argentina.
Después de casi treinta años preso, Mandela es puesto en libertad y se trata de que sea el que controle la violencia creciente y la transición hacia un régimen político libre.
En las primeras elecciones, Nelson Mandela es electo presidente por una abrumadora mayoría de votos y Sudáfrica comienza un largo y complejo proceso de transición hacia una sociedad un poco más igualitaria. Mandela aparece hoy como un gran padre que intenta atenuar las tensiones que no han cesado.
Como una forma de mostrarse al mundo como un país diferente, Sudáfrica con sus tres capitales y sus muchas lenguas y etnias, recibe a las selecciones de fútbol durante el mes de junio.
Nosotros en séptimo grado buscamos información de todos los países que participan en el mundial. Pero también buscamos un cuento de cada país y queremos compartirlos con los que lean esto. Esperamos que les gusten.
Una cosa, de Ghana no pudimos encontrar, así que si alguien tiene, nos lo puede poner en el blog (sección comentarios y lo colgamos). Gracias.
Iremos colocando los cuentos según los grupos en los que juegan los países, en esta primera entrega los grupos A y B.
PD: Para los adultos que lean esto, hay un escritor sudafricano que se llama J. M. Coetzee que es impresionante y en muchas de sus novelas cuenta los cambios, crisis y miserias que va sufriendo Sudáfrica en esos años de caída del apartheid.
GRUPO A: SUDÁFRICA-MÉXICO-URUGUAY-FRANCIA
SUDÁFRICA: Al mono no siempre le sale todo bien – Anónimo (cuento malayo)
--En Sudáfrica se cuentan muchos de los cuentos malayos, ya que allí habían sido llevados grandes cantidades de malayos como esclavos hace varios siglos.--
Había una vez un mono que trepando a un árbol en la selva se clavó una astilla en la cola. Por más que lo intentase, no podía sacársela, entonces fue a ver al barbero en el pueblo y le dijo:
-Amigo Barbero, tengo una astilla en la punta de mi cola. Si puedes sacarla, te pagaré muy bien.
El barbero al querer quitarle la astilla con su navaja cortó, sin querer, la punta de la cola del Mono. Éste, enojado, le gritó.
-¡Barbero! Devuélveme mi cola o me tendrás que dar tu navaja.
No había forma de poner la cola cortada de vuelta en su lugar, así que el barbero tuvo que entregar su navaja al mono.
Camino a casa, el Mono se encontró con una vieja que cortaba ramas y le dijo:
-Vieja, eso parece un trabajo muy arduo. Si usas esta navaja podrás cortarlas con facilidad.
La vieja enseguida comenzó a utilizarla para cortar las ramas, pero la navaja se rompió.
Fue entonces que el Mono gritó:
-¡Vieja me has roto mi navaja! Deberás conseguirme una nueva, o sino me llevaré toda la leña.
La vieja no podía conseguirle otra navaja al mono, así tuvo que darle toda la leña que había juntado.
El Mono se llevó la leña y estaba yendo al pueblo a venderla cuando encontró en el camino a una mujer sentada, cocinando unas galletas.
-Mujer, tu leña está casi consumida, quédate con estos leños para poder cocinar más galletas.
La mujer tomó los leños y le agradeció, pero cuando la última rama se hubo quemado, el Mono gritó:
-¡Mujer, quemaste toda mi leña! ahora debes entregarme todas tus galletas en pago.
La mujer no podía devolver todos esos leños y no tuvo más remedio que darle las galletas recién horneadas.
El Mono tomó las galletas y partió hacia el pueblo, pero en el camino se encontró con un perro que lo atacó y lo mordió tan fuerte que lo mató. El perro no se comió al mono, pero se comió todas las galletas.
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MÉXICO: Los miedos de María - María Guadalupe Cárdenas Madero
La mamá de María le dijo que faltaba poco para ir a la escuela, ya tenía edad para salir del jardín de infantes y aprender muchas otras cosas, entre ellas leer, escribir, hacer cuentas.
María pensó que dejaría a sus compañeros de grupo, sus maestras, le daba miedo ir a un lugar que no conocía, además no le interesaba aprender otras cosas, a ella lo que más le gustaba era dibujar, todo lo que quería decir lo hacía por medio de un dibujo, cuando la mamá cumplía años, pintaba una flor con muchos colores y algunas veces el papá recibía un corazón grande y de color rojo.
Como lo hacía todas las veces que quería expresar algo, tomó sus lápices y empezó a dibujar aquello que sentía: "el miedo", hizo muchos trazos, con diferentes colores, uniendo el rojo con el negro, el naranja con el verde, el azul marino y el amarillo, mucho café por todos lados.
Al ver el dibujo parecía una selva, una cueva poco iluminada, daba la idea de alguien que estaba perdido en ese mundo de líneas y símbolos, María lo guardó sin mostrarlo a nadie y no volvió a pensar en el miedo de cambiar de escuela.
Muy pronto llegó el inicio de clases y María ingresó a la escuela primaria, el primer día recordó aquel miedo que sintió cuando la mamá le mencionó el cambio. Al entrar a su salón la maestra los recibió con un abrazo y les mostró todos los dibujos que estaban en las paredes, los había de diferentes animales, flores, paisajes, María sintió que esos dibujos eran un mensaje para ella, le decían que tuviera confianza, que olvidara el miedo.
La maestra les entregó muchos lápices de colores y una hoja en blanco para que hicieran un dibujo, del tema que más les gustara, María prefirió los colores que le permitieron dibujar el arco iris en un campo lleno de flores, árboles, un riachuelo y unos niños jugando acompañados de una maestra.
Los miedos de estar en la escuela se habían quedado en el cajón donde guardó aquel dibujo de los colores fuertes, cada día disfrutaba de sus nuevos amigos y de todo lo que aprendía.
En una ocasión que acompañaba a su mamá mientras veía las noticias de la televisión, observó que mencionaban la palabra "guerra", las personas que hablaban mencionaban el peligro de muchos niños que vivían en los lugares donde se presentaban los problemas, en la pantalla aparecieron niños con heridas en su cara y que lloraban, tenían miedo, se veían solos, tristes, María se sintió igual que aquellos niños aunque estaba a mucha distancia y no los conocía.
Durante muchos días María estuvo pensando en esas imágenes de la televisión, en aquellos niños, el miedo de que ella y sus compañeros estuvieran en la misma situación, recordó la manera en que acostumbraba enviar mensajes, dibujando, ahora no dibujaría por miedo, tenía que decirles a esos pequeños que otros niños pensaban en ellos y les deseaban que mejoraran, que hicieran a un lado el miedo y que sonrieran.
Le dijo a su mamá que le comprara muchas hojas blancas y se puso a dibujar, flores, estrellas, animales, árboles, playas. Platicó a la maestra su idea y entre todos los compañeros hicieron más dibujos, corazones, caritas sonrientes, las líneas de los dibujos de María y sus amigos mostraban amor, el sentimiento que combate el miedo. Cuando enviaron los mensajes a los niños que no conocían, se sintieron valientes, hermanos de aquellos que recibieron los regalos y el cariño dibujado en muchos colores.
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URUGUAY: A imagen y semejanza – Mario Benedetti
Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.
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FRANCIA: Las hadas – Charles Perrault
Érase una viuda que tenía dos hijas; la mayor se le parecía tanto en el carácter y en el físico, que quien veía a la hija, le parecía ver a la madre. Ambas eran tan desagradables y orgullosas que no se podía vivir con ellas. La menor, verdadero retrato de su padre por su dulzura y suavidad, era además de una extrema belleza. Como por naturaleza amamos a quien se nos parece, esta madre tenía locura por su hija mayor y a la vez sentía una aversión atroz por la menor. La hacía comer en la cocina y trabajar sin cesar.
Entre otras cosas, esta pobre niña tenía que ir dos veces al día a buscar agua a una media legua de la casa, y volver con una enorme jarra llena.
Un día que estaba en la fuente, se le acercó una pobre mujer rogándole que le diese de beber.
-Como no, mi buena señora -dijo la hermosa niña.
Y enjuagando de inmediato su jarra, sacó agua del mejor lugar de la fuente y se la ofreció, sosteniendo siempre la jarra para que bebiera más cómodamente. La buena mujer, después de beber, le dijo:
-Eres tan bella, tan buena y tan amable, que no puedo dejar de hacerte un don -pues era un hada que había tomado la forma de una pobre aldeana para ver hasta dónde llegaría la gentileza de la joven-. Te concedo el don -prosiguió el hada- de que por cada palabra que pronuncies saldrá de tu boca una flor o una piedra preciosa.
Cuando la hermosa joven llegó a casa, su madre la reprendió por regresar tan tarde de la fuente.
-Perdón, madre mía -dijo la pobre muchacha- por haberme demorado-; y al decir estas palabras, le salieron de la boca dos rosas, dos perlas y dos grandes diamantes.
-¡Qué estoy viendo! -dijo su madre, llena de asombro-; ¡parece que de la boca te salen perlas y diamantes! ¿Cómo es eso, hija mía?
Era la primera vez que le decía hija.
La pobre niña le contó ingenuamente todo lo que le había pasado, no sin botar una infinidad de diamantes.
-Verdaderamente -dijo la madre- tengo que mandar a mi hija; mira, Fanchon, mira lo que sale de la boca de tu hermana cuando habla; ¿no te gustaría tener un don semejante? Bastará con que vayas a buscar agua a la fuente, y cuando una pobre mujer te pida de beber, ofrecerle muy gentilmente.
-¡No, faltaba más! -respondió groseramente la joven- ¡ir a la fuente!
-Deseo que vayas -repuso la madre- ¡y de inmediato!
Ella fue, pero siempre refunfuñando. Tomó el más hermoso jarro de plata de la casa. No hizo más que llegar a la fuente y vio salir del bosque a una dama magníficamente ataviada que vino a pedirle de beber: era la misma hada que se había aparecido a su hermana, pero que se presentaba bajo el aspecto y con las ropas de una princesa, para ver hasta dónde llegaba la maldad de esta niña.
-¿Habré venido acaso -le dijo esta grosera mal criada- para darte de beber? ¡Justamente he traído un jarro de plata nada más que para dar de beber a su señoría! De acuerdo, bebe directamente, si quieres.
-No eres nada amable -repuso el hada, sin irritarse-; ¡está bien! ya que eres tan poco atenta, te otorgo el don de que a cada palabra que pronuncies, te salga de la boca una serpiente o un sapo.
La madre no hizo más que divisarla y le gritó:
-¡Y bien, hija mía?
-¡Y bien, madre mía! -respondió la malvada, echando dos víboras y dos sapos.
-¡Cielos! -exclamó la madre- ¿qué estoy viendo? ¡Tu hermana tiene la culpa, me las pagará! -y corrió a pegarle.
La pobre niña arrancó y fue a refugiarse en el bosque cercano. El hijo del rey, que regresaba de la caza, la encontró y viéndola tan hermosa le preguntó qué hacía allí sola y por qué lloraba.
-¡Ay!, señor, es mi madre que me ha echado de la casa.
El hijo del rey, que vio salir de su boca cinco o seis perlas y otros tantos diamantes, le rogó que le dijera de dónde le venía aquello. Ella le contó toda su aventura.
El hijo del rey se enamoró de ella, y considerando que semejante don valía más que todo lo que se pudiera ofrecer al otro en matrimonio, la llevó con él al palacio de su padre, donde se casaron.
En cuanto a la hermana, se fue haciendo tan odiable, que su propia madre la echó de la casa; y la infeliz, después de haber ido de una parte a otra sin que nadie quisiera recibirla, se fue a morir al fondo del bosque.
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GRUPO B: COREA DEL SUR-GRECIA-ARGENTINA-NIGERIA
COREA DEL SUR: El granjero y el tokaebi – Cuento tradicional coreano
--Los monstruos tokaebi son originarios de Corea. Son grandes y feos y siempre están incordiando a las personas.--
Hace mucho tiempo en Corea, vivía un granjero con su esposa. Una noche, mientras comían arroz y kimchee en su humilde cocina oyeron unos gritos y notaron cómo la tierra temblaba.
Con mucho miedo, abrieron la puerta y vieron unos monstruos tokaebi. Estaban bailando, gritando y peleándose delante de su casa. El granjero se armó de valor y dijo:
-"Salid de aquí, ésta es nuestra casa"
-"Ja, ja, ja"- se rió el tokaebi más grande- ¡Ésta ya no es tu casa, es nuestra casa!".
El granjero volvió a decirles que se fueran porque ésa era su tierra, pero los monstruos tokaebi se rieron de él; pero finalmente, el jefe de los monstruos Tokaebi se le ocurrió una idea.
-Veamos, granjero, tú dices que esta tierra es tuya y yo digo que es nuestra. Te propongo hacer un concurso. Quien gane, se queda la casa y quien pierda, se va.
Aunque al granjero le pareció muy injusto porque la casa era suya, no le quedó más remedio que aceptar la proposición del tokaebi pero con la condición de que cada uno de ellos creara una prueba del concurso.
El tokaebi más grande, se lo pensó un momento y acariciando sus cuernos dijo:
-"¿Cuántos boles se necesitarían para vaciar el mar?"
El granjero se miró al Tokaebi y después de pensar un rato dijo:
-"Depende del tamaño del bol. Si tienes un bol enorme y del tamaño del mar, sólo necesitarías un bol. Si tienes un bol de la mitad del tamaño del mar, necesitarías dos."
El tokaebi se enfadó porque el granjero había respondido sabiamente. Y esperó la pregunta del granjero.
El granjero se puso en el umbral de su puerta con un pie dentro y un pie fuera. Entonces preguntó al tokaebi:
-"¿Estoy entrando o estoy saliendo?"
El tokaebi le miró furioso porque cualquier respuesta sería incorrecta. Así que él y el resto de tokaebis se fueron a regañadientes. ¡El granjero les había ganado!
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GRECIA: Perseo – versión del mito
Perseo era hijo de una mujer mortal, Dánae, y del gran dios Zeus, el rey de cielo. El padre de Dánae, el rey Acrisio, había sabido por un oráculo que algún día su nieto lo mataría y, aterrorizado, apresó a su hija y expulsó a todos sus pretendientes. Pero Zeus era un dios y quería a su hija Dánae. Entró en la prisión disfrazado de aguacero de lluvia de oro, y el resultado de su unión fue Perseo. Al descubrir Acrisio que, a pesar de sus precauciones, tenía un nieto, metió a Dánae y a su hijo en un arcón de madera y lo arrojó al mar, esperando que se ahogaran.
Pero Zeus envió vientos suaves para que empujaran a madre e hijo a través del mar hasta la orilla. El arcón llegó a tierra en una isla donde lo encontró un pescador. El rey que gobernaba en la isla recibió a Dánae y a Perseo y les ofreció refugio. Perseo creció allí fuerte y valiente, y cuando su madre se sintió incómoda por las insinuaciones que no deseaba del rey, el joven aceptó el desafío que lanzó este molesto pretendiente para dejarla tranquila. El desafío consistía en traerle la cabeza de la Medusa Gorgona.
Perseo no aceptó esta peligrosa misión porque deseara adquirir gloria personal, sino porque amaba a su madre y estaba dispuesto a arries¬gar su vida para protegerla.
La Medusa Gorgona era tan horrorosa que sólo con mirarle a la cara con¬vertía en piedra al observador. Perseo necesitaba la ayuda de los dioses para ven¬cerla; y Zeus, su padre, se aseguró de que le ofrecieran esa asistencia. Hades, el rey del inframundo, le prestó un casco que hacía invisible al portador; Hermes, el Mensajero divino, lo proveyó de sandalias aladas, y Atenea le dio la espada y un escudo especial pulido con tanto brillo que servía como espejo. Con este escu¬do, Perseo pudo ver el reflejo de Medusa, y de ese modo le cortó la cabeza sin mirar directamente a su horrible rostro.
Con esta cabeza monstruosa, convenientemente oculta en una bolsa, volvió para casa. Durante el viaje vio a una doncella hermosa encadenada a una roca que había en la playa, esperando la muerte a manos de un terrible mons¬truo marino. Supo que se llamaba Andrómeda y que la estaban sacrificando al monstruo porque su madre había ofendido a los dioses. Conmovido por su situación y por su hermosura, Perseo se enamoró de ella y la liberó, convirtiendo al monstruo en piedra con la cabeza de la Medusa Gorgona. Después, regresó con Andrómeda para presentársela a su madre que, en su ausencia, se había sentido muy atormentada por las insinuaciones del malvado rey, hasta el punto que, desesperada, tuvo que buscar refugio en el templo de Atenea.
Una vez más, Perseo sostuvo en el aire la cabeza de la Medusa, convirtiendo en piedras a todos los enemigos de su madre. Después le entregó la cabeza a Atenea, que la montó en su escudo, con lo que en adelante se con¬virtió en su emblema. También devolvieron los otros dones a los dioses que se los habían dado.
Andrómeda y él vivieron en paz y armonía desde entonces y tuvieron muchos hijos. Su único pesar fue que, cierto día, mientras tomaban parte en unos juegos atléticos, lanzó un disco que llegó demasiado lejos impul¬sado por una ráfaga de viento, y accidentalmente golpeó y mató a un anciano. Este hombre era Acrisio, el abuelo de Perseo. Al final, de esta forma se cumplió el oráculo que el difunto anciano tanto se había esforzado por evitar. Pero en Perseo no había ningún espíritu de rencor ni de venganza y, debido a esta muerte accidental, no quiso seguir gobernando su legítimo reino. En con¬secuencia, intercambió los reinos con su vecino, el rey Argos, y construyó para sí una ciudad poderosa, Micenas, en la que vivió largo tiempo con su familia en amor y honor.
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ARGENTINA: Discurso del oso – Julio Cortázar
Soy el oso de los caños de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños.
Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta más que pasar de piso en piso resbalando por los caños. A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal. De noche ando callado y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano. Y en verano nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano, después con la otra, después con las dos juntas, y eso me produce una grandísima alegría.
Entonces resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero. Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso; por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar por los caños, y les tengo algo de lástima al verlos tan torpes y grandes, al oír cómo roncan y sueñan en voz alta, y están tan solos. Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy, vagamente seguro de haber hecho bien.
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NIGERIA: Por qué las moscas molestan a las vacas - Cuento popular
Cuando Adiaha Umo era Reina de Calabar, siendo muy rica y hospitalaria, solía dar grandes banquetes a todos los animales domésticos, pero nunca invitaba a los animales salvajes porque les tenía miedo.
En una de las fiestas que daba, había tres grandes mesas, y dijo a la vaca que, puesto que era el animal más grande de los presentes, se sentara al principio de las mesas y distribuyera la comida a los demás. La vaca dijo que así lo haría, y comenzó a distribuir el primer plato, pero se olvidó de la mosca por ser tan pequeña-
Cuando la mosca vio esto, pidió a la vaca que le diera su parte, pero la vaca dijo: “Estate tranquila, amiga, debes tener paciencia”.
Cuando llegó el segundo plato, la mosca otra vez pidió su parte a la vaca, pero la vaca señaló a su propio ojo, y le dijo a la mosca que recibiría su comida más tarde.
Finalmente, todos los platos se acabaron, y la mosca, sin haber recibido comida, se fue a la cama sin cenar.
Al día siguiente la mosca se quejó a la Reina, la cual decidió que, puesto que la vaca no había dado a la mosca su parte, sino que había señalado a su ojo, en el futuro la mosca siempre obtendría su comida de los ojos de la vaca, y incluso ahora, a donde quiera que van las vacas, siempre hay moscas alimentándose en sus ojos, de acuerdo con las órdenes de la Reina.
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viernes, 7 de mayo de 2010
Nuestros cuentos!
A continuacion les dejo los cuentos que nosotros hicimos.
Esto que van a ver ahora son unos trabajos que hicimos en el año dos mil nueve, mientras cursábamos sexto grado.?xml:namespace>
Todos los cuentos tienen efectos, sonidos y chirimbolos varios. Estuvo bueno hacerlo. Esperemos que les guste verlos y leerlos.
Saludos a todos los que anden por acá.
Los chicos y chicas de séptimo de la 24.
Nosotros :D
de izquierda a derecha:
ARRIBA: Matias, Ezequiel, Eduardo, Edson, David, Leonardo.
MEDIO : Maria jose, abril, karen, carla, nicolas.
ABAJO : Henry, Vicky, Patricio, Rocio.
PROFESOR: ADRIAN.
Segun sus ALIAS:
ARRIBA: Puro, Zeke, Edu, Epson, David, Leo.
MEDIO : Majo, Abril, Karen, Carch, Niko.
Abajo : Peke, Vicky, Pato, Rocio.
Profesor: EL MISMISIMO DIABLO.
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